viernes, 17 de septiembre de 2010

Silueta clandestina

Me levanté buscando tu nombre entre las sabanas
no estabas ahí
me levanté intentando pulir un recuerdo
y el espejo me gritó que era inútil
jamás aparecías.

Mis oídos son pedazos de seda clamando escuchar un suspiro
hace semanas que deje de ser humano
soy un bulto postrado en una cama
anhelando un recuerdo pusilánime
antier mis ojos quedaron ciegos
anoche, mi boca seca besó tu mejilla puesta en mi almohada
hace ya tres lustros que mi olfato dejo de ser el mismo
hace ya tres lustros que no estás frente a este triste fallecido
murió frente aquel recuerdo
aquella fría tarde
aquella tarde parda con sabor a purpura
murió entre cabellos, esos, que piden que vuelvan
murió entre lágrimas y risas
frente a una fina obra teatral
murió de nuevo frente al crepúsculo color envidia
¡murió en aquella cama buscando un nombre!


¿De qué sirvió tanta agonía?
ayer, el otoño cayó en su máximo destierro
es voltear a la venta y visualizar una silueta
ayer te postraba en mi cama
ayer no sirve de nada
tú: un dulce anhelo putrefacto
una visión escurridiza
un destierro dionisiaco
¿su nombre?
no lo sé, tal vez ya lo olvidé
¿eras tú?
o ¿acaso era yo el equivocado en mi futuro?
tal vez…
tal vez no eres tu ni nadie
y si es así…
eras la maldad que recuerdo en las mañanas al mirar por mi ventana.

viernes, 9 de julio de 2010

Mexicanidad

Cultura, tradiciones, lucha, son algunos de los conceptos que reflejan nuestra nación. En ellos se sustenta la mexicanidad autóctona de un destino exacerbado, una idiosincrasia definida por el tiempo.
Somos un pueblo de perenne lucha, una nación en pleno auge con vitalidad emprendedora, con capacidad sobresaliente para la superación de nuestra raza; cautiva y liberada de sus derechos por el yugo español; el cual, en lugar de apagar nuestra naturaleza de sangre y espíritu, renació en armonía clausurando el vasallaje de un imperio.
Nuestro pueblo significa el resurgimiento de nuestras tradiciones, colmadas de la libertad como forma de vida, no como propiedad de otros pueblos, cuya cultura se enriqueció gracias a la indomable pasión de nuestro pasado sustentado por los dioses aztecas.
Somos descendientes de una Independencia, fuimos cambiados por una Reforma y construidos por una fugaz Revolución.
Somos el águila en pleno vuelo, el símbolo de nuestro origen; el cual, conlleva en dicho vuelo un mensaje universal; anuncia la zaga de una cultura sustentada desde su origen en la sabiduría y las artes prehispánicas.
Somos un himno enlazado en el arte y sepultado por ideas, una bandera tricolor empapada de costumbres milenarias enredadas entre las plumas de Quetzalcóatl.
México ha superado todas las invasiones extranjeras; a aquellos rapaces y codiciosos pueblos deseosos de nuestra riqueza. Ha negado el absolutismo de sus gobiernos e implantado la democracia como destino, en un presente y futuro afín a sus tradiciones. Ha superado guerras y revoluciones hasta alcanzar la igualdad de los mexicanos y realización de sus ideas.
México es el país marcado por su historia. Es la nación donde una raza se ha inoculado con su propia sangre, para eternizar en ella el tiempo de sus abuelos, cuyos hijos, disfrutamos ahora la libertad por la que dieron su sangre.
Mi nación es patria que niega y combate la adversidad; es patria que cada mexicano ha ido moldeando para hacerla a la medida de nuestras convicciones.

sábado, 26 de junio de 2010

La muerte de los maniquíes

Me gustaría morir tocando el sax
frente al árbol que respira maldiciones
sobre las riendas del vino tinto
o las maldades rebuscadas
entre aquel martirio de ilusiones
ante la purpura arrogancia
y entre ramas del destino
terminar en aquel valle
aquel valle de tabaco putrefacto
fallecer frente a esta ambrosía,
frente a llanuras inventadas,
inventadas por un niño,
un niño bipolar sofocado de heroína
terminar aquí
en las alas de esta bella mariposa trastornada por los versos
aquellas aromáticas líneas
descender de entre banderas
entre banderas pestilentes manchadas de lujuria
o en aquel destierro bohemio entre la falaz egolatría
culminar entre pinturas
frente a aquellas notas musicales
o en aquellos versos de color carmín
desterrar aquella vida
despedirla con aquel pueril orgasmo
morir entre seres destinados al destierro
desahogarme entre los muertos
entre aquellos bellos maniquíes adictos al arte
culminar con un respiro drogadicto
ser masticado por paredes
y morir entre su jugo,
entre un jugo con sabor a negro
en una mente virginal
terminar en estos años rotos
en aquel ramo de otoños
y entre aquellas lunas demagogas
odiando el llanto.
Fallecer aquí
frente al árbol de los sueños
en aquellos ósculos trastornados
por la danzante melodía de este maldito sax

lunes, 19 de abril de 2010

Póker y Cocaína

Fueron los claveles de vino amargo empotrados en mi mente
fueron las cartas destellantes sobre aquel cigarro
fue aquella mano suavizante recogiendo el destino
repartiendo sueños en las caras de los dioses
subí mi juego para ver dos reyes fornicando
frente a mí, la envidia bajaba deseos
fui el mimo con los ojos de serpiente
el laurel de los pecados
fui aquel sosiego en la cocaína de los muertos
aquella pintura palpitante frente a los sueños cancerosos

Luego, sólo quedamos tres, con el llanto y mi agonía…
una vez más fue aquella mano recogiendo cocaína quien repartió nuestros anhelos
Los nervios son orgasmos en un par de ases.
Intercambiamos ideales egocéntricos
inhalamos aquel narcótico blanco para humillar la piedad
¿El final?
La música fosforescente se estampo en un Joker
entre los dioses que aprendieron a llorar
entre aquellos sabios drogadictos
El llanto tiro su escalera de diamantes
mi agonía reino con aquella flor de imperio
¿el premio?
¡La muerte!

viernes, 19 de marzo de 2010

Fotógrafo

El flash iluminó la habitación, fotografiaba el cuarto donde había dormido durante veintiún años.
Mi afición por la fotografía me había llevado a muchos lugares donde pude captar el mundo; detener por una vida el movimiento de aquel niño corriendo tras las palomas de una plazuela mientras su cara mostraba sobresalto; me hacían sentir vivo, las paredes de mi cuarto yacían tapizadas con reproducciones de lugares exóticos que guardaba en un rincón de mi mente: catedrales inmensas, plazuelas de arte antiguo y moderno, los ríos más grandes del mundo ocultaban mi puerta mientras montañas azuladas adornaban las claraboyas.
Me levanté del piso y abrí la ventana, deseaba sentir la brisa y observar la puesta de sol. ¿Hacia a dónde irían los recuerdos pulidos de los fallecidos?
“Desearía por una vez en la vida fotografiar el alma que se va mientras su cuerpo agoniza”, pensé mientras retrataba el fenómeno solar.
Mi vida era una fotografía, los colores de los días corriendo tras de mí iluminaban el sentido realista que nos muestra día con día el marco de la juventud perenne en la vida.
Regresé al piso a observar las imágenes que acababa de fotografiar; las nubes tenían forma de infinitas figuras, el sol a punto de ocultarse deslumbraba la infinitud del cielo reflejando la mortalidad humana.
Capté una vez más mi rostro pálido con ojos color miel para colocarlo en un álbum fotográfico. Desde hacía tres años realizaba esta colección para observar el cambio de la juventud, me aterrorizaba la idea de envejecer, tal vez pudiera descubrir el secreto de Dorian Gray.
Dejé de pensar en mi juventud casi ida, salí a la calle con mi cámara lista y fui a caminar.
Mi paseo por las calles demoró más de lo esperado, entré en un café para desayunar; advertí mucha gente, me senté en la barra y ordené un “americano” sin azúcar, el joven que me atendió era algo extraño, su uniforme no lucía muy pulcro, espinillas en el rostro delataban su corta edad; antes que depositara el café sobre la barra fotografié su cara.
-¿Por qué fue eso?-preguntó el muchacho algo sorprendido.
-No te preocupes chico, es para un mural.

Al parecer el joven no creyó lo que le dije y pronto se alejo intrigado. Me daba igual lo que opinara.
Terminé mi café de unos cuantos tragos mientras un ruido peculiar llamó mi atención: venía del televisor encendido en una esquina del local; lanzaba un sonido irritante, ensordecedor, exhibiendo un noticiero cuyo comentarista sólo hablaba de falacias; así que no le presté atención y continué observando.
En la mesa de un rincón había un par de mujeres bebiendo en taza algún liquido, quizá era te, ambas vestían de negro y lentes oscuros; por un instante su actitud me pareció efímera y burda, pero fue ahí cuando me intrigó su actividad.
Murmuraban entre sí, quizá una discusión entre ellas; imaginé que criticaban a ciertas personas por el simple hecho de recordar su forma de caminar; su vestimenta o su forma de hablar. Ambas sacaron un cigarrillo, lo encendieron y empezaron a fumar.
En la mesa de junto, un anciano intentaba calmar a un niño de unos cinco años, el cual tenía cierto parecido con el viejo, parecía su nieto; el viejo hacia gestos para silenciarlo más parecía que el infante no pensaba detenerse, quería algo especial de comer y no se callaría hasta conseguirlo. Dejé de prestarles atención.
Continúe observando a la gente de la pequeña cafetería: había ambigüedad en ellos; el hombre de la otra orilla sudaba mientras tomaba su cappuccino y espiaba por la ventana esperando la llegada de alguien, tal vez su esposa, un socio de negocios o una amante, nunca lo supe pero me pude percibir su impaciencia.
No tenia mucho tiempo, debía apresurarme si quería llegar a tiempo a mi clase de historia sobre fotografía; llame al adolescente para pagarle mientras guardaba en mi cámara las imágenes de aquellas líricas historias: el rostro del empleado, las mujeres de negro mientras hablaban, las muecas del anciano silenciando al pequeño y el sudor que corría por la frente de aquel hombre ansioso, tres magnificas fotografías, tres magnificas historias por relatar y guardar.
El joven me dio la cuenta; saque un billete del interior de mi saco al igual que un revolver, apunte a éste y antes de disparar en su pecho pude captar de nuevo su rostro, más esta vez no era de intriga, fue un susto fenomenal, como si hubiese visto el cadáver de su madre reencarnar frente a él.
Le dispare en el pecho y cayó.
Justo en ese momento mi excitación comenzó; el par de mujeres de negro se exaltaron y gritaron enloquecidas, el hombre de la esquina dirigió su mirada hacía mí y comenzó a temblar derramando su capuchino; acto seguido el anciano tomo a su nieto en brazos para protegerlo; pobres imbéciles, nunca hubieran imaginado que su vida terminaría por un impacto de bala en una pequeña cafetería.
Me levante de aquella silla junto a la barra y me dirigí a los presentes para luego hincarme alzando las manos:
-Señores, espero y Dios me perdone por lo que estoy a punto de hacer.
En ese momento las miradas de aquellos seres mostraban terror.
Una vez más fotografié la escena de miedo para luego dispararle al hombre impaciente, creo haber escuchado un grito antes de dispararle en la cabeza; no le tomé importancia y corrí para guardar una imagen del cadáver. Todo era tan maravilloso, nunca pensé que las caras de los humanos fuesen tan interesantes al momento de presentir la muerte.
Enseguida murió el anciano, más a él no le disparé; la operación fue sencilla: apunté a su cabeza obligándolo a soltar al niño, prometiéndole que a éste no le haría nada, lo obligué a morder la moldura de una de las mesas para luego pisar su cabeza y fotografiar el momento en que su cráneo se dispersaban sobre la misma inundándola de sangre.
Una vez más volví con las mujeres que no cesaban de gritar, la primera murió rápidamente, un golpe seco en la nuca y una bala en la boca debieron haberla aniquilado rápido. La imagen de ésta no fue una ambrosía como aquella puesta de sol, empero fue satisfactoria.
La última no dejaba de llorar y tuve que estrangularla para poder callarla, era nefasto su estúpido llanto.
Para finalizar un llanto más llamó mi atención, aquel niño había presenciado todo, se encontraba en el suelo viendo los restos de la cara de su abuelo.
-No te preocupes, tú no sufrirás- le dije mientras le sonreía y estiraba mi mano para ayudarlo a levantar.
Lo acosté en la barra de la pequeña cafetería y dije –buenas noches- disparándole en la sien.

Salí de la cafetería para observar lo más raro que había visto ese día, no había nadie en la calle, estaba vacía.
Volví a mi casa para encontrar el mismo silencio que había dejado al marcharme; encendí el televisor y sintonicé el mismo canal de la cafetería; ahora informaba sobre una matanza en una café cerca de mi casa.
Fotografíe mi rostro aún con rasgos de juventud y pensé:
¿Será verdad que los artistas estamos locos?

miércoles, 17 de febrero de 2010

Amor

¿Qué es amor? ¿Ciencia, teoría, filosofía, religión, arte…?
Tal cuestión es poco relevante, pero bastante confusa, pues es imposible explicar el amor científicamente. Su comprensión es captada por la metafísica, guiándose por emociones que provocan las expresiones y actitudes de este sentimiento. Su revelación siempre es abstracta, intangible e inefable como todos los sentires humanos, pero su definición abarca distintas modalidades: el amor propio (a uno mismo), el amor familiar, al semejante; el amor a lo material, a la sabiduría, a lo religioso y divino, a la libertad… en realidad son infinitas las manifestaciones del amor, infinitas las cosas y conceptos que el hombre puede amar; más ciertamente el amor es felicidad recíproca. Son sensaciones gratas provocadas al estar o tener cerca de aquello que deseamos cerca de nuestra vida, ya sea material o espiritual.
El amor hacia la persona del sexo contrario que se ha escogido para ejercer el acto sexual representa la emoción más natural, más común y, al parecer, la más complicada hoy en día.
Científicamente, el amor es una acumulación de estímulos en el hígado, que se encarga de liberar las hormonas llamadas glucocorticoides. En cambio, la pasión, trabaja con las suprarrenales; que a su vez, producen reacciones en la anatomía humana, provocando que la adrenalina acelere el ritmo cardiaco pensando erróneamente que el amor proviene del corazón.
Otro aspecto es nuestro cerebro, llevándolo al plano de la mentalidad o pensamiento, se divide en secciones psicológicas: el razonamiento, la personalidad, la memoria y los sentimientos.
Digamos que con el razonamiento podemos realizar operaciones matemáticas, y la memoria guarda los números. Nuestra personalidad define los gustos que tenemos por determinadas cosas y a su vez los sentimientos que provoca estar frente tales cosas o personas. Cada gusto que se guardado en la memoria es procesado por nuestro cerebro, definiendo así la personalidad.
Cada sentimiento esta fijado acorde a la estructura cerebral; sin embargo, conforme al paso del tiempo, ello va cambiando. Es imposible asegurar a ciencia cierta porque nos gusta bailar, leer, comer determinado alimento, etc. Imposible saber por qué, al mirar a una persona del sexo opuesto que jamás habíamos visto en nuestra vida, mucha menos tenida cerca, nos atrae hasta llegar a trastocar la mente. Lo cierto es que “la estructura de nuestro cerebro reacciona frente a una determinada manera". La combinación de estas señales produce una reacción en nuestro razonamiento, de acuerdo a nuestra personalidad. De acuerdo a la experiencia; es ahí donde es producido el amor de pareja.

Por el contrario; en el plano religioso, el amor es todo lo procreado por obra de Dios. ¡Dios es amor! Gritan los fanáticos religiosos. Éste, en su omnipotencia creó a los seres humanos con el único fin de dar y recibir amor del prójimo. Con su poder absoluto creó a los dos primeros seres en la tierra: Adán y Eva.
No obstante, hay que recordar que, como la biblia dice, la pareja creada por Dios cometió un error: ingerir el fruto prohibido. Esto provocó la ira de Creador y los lanzó fuera del Edén.
A partir de esto, surgen ciertas cuestiones que hasta la fecha no han sido despejadas.
Si, Dios cometió un error con sus creaciones, ¿por qué no las remplazó?
La respuesta del clero es y ha sido la misma desde hace siglos: Porque, Dios ama a todos los hombres.

¿Dios? ¿Y si Dios no existiese, abría amor en la humanidad? Si en verdad Dios murió y se llegó al punto del “no-retorno” como lo afirma Nietzsche, ¿dónde queda entonces el amor inculcado desde hace siglos por la Iglesia? De acuerdo a este concepto, Dios murió en el surgimiento del nihilismo nietzscheano en el siglo XIX. La pregunta la queda abierta, para que sea contestada por albedrío propio.

Se dice que el amor llega al encontrarse a sí mismo, lo cual es más viable si se practica el conocimiento filosófico de todo lo que nos rodea, y conlleva entender y practicar el arte.
La literatura, la pintura, la música y otras corrientes artísticas son y han sido una forma de expresar el amor por la vida y por la humanidad. Pero amar a los seres es un fenómeno natural por un lado, y por otro, una ideología que en la actualidad se ha convertido en mito. El amor, siendo tan natural, hoy en día la humanidad se odia entre sí.
El arte es un encuentro de la mente con la belleza, es tan sublime e inefable como el amor. Sin embargo, en el arte donde hoy y siempre se ha podido practicar el amor de una forma impalpable, puesto que tal sentimiento, extraído desde el alma, es armonía y estética en el pensamiento del hombre. El alma se vierte en el arte, para llenarse de amor atrapando al ser individual en la satisfacción mental, aclarando sus emociones para comprenderse a sí mismo.
En la escepticidad, el amor no es más que un sinfín de dudas incontestables; empero, la única respuesta aceptable para nuestra pregunta, ¿el amor existe? Es: Existe, pero impregnado de un escepticismo que nos lleva a un mismo razonamiento: una vez que se empieza a pensar con el “corazón” se deja de pensar con la razón, debido a que el cerebro comienza a actuar acordé a la parte sentimental y no a la razonable. El amor no es del todo benigno como tal. Si todos nuestros actos de amor o amorosos se practican en exceso perjudica nuestro carácter espiritual. No obstante, para dar a entender que para actuar con razonamiento tendríamos que dejar a un lado nuestros sentimientos, la respuesta es, no. Lo que intento explicar es que el hombre necesita también razonar y no sólo guiarse por sentimentalismos ciegos terminados por lo general en arrepentimiento.

Si pudiese definir el amor de una manera cruda, sería: El amor es emoción, hasta alcanzar la cursilería, para luego llegar al sexo.
Es el instinto humano de reproducción adherida en la cursilería.
En cambio, desde mi punto de vista, el amor es inefable e impalpable; empero, asequible. Provenga de donde provenga, todas las ideas parten de tal sentimiento, hasta el momento, indefinible. Es una base teórica de los valores impuestos por la sociedad, un tanto enajenada pero francamente, infeliz. Es aceptación, perdón, arrepentimiento; pero es llanto y odio a la vez.
El amor es encontrarse a si mismo en el arte, en la ciencia, religión o filosofía de la vida, son todo lo que ésta conlleva.