sábado, 26 de junio de 2010

La muerte de los maniquíes

Me gustaría morir tocando el sax
frente al árbol que respira maldiciones
sobre las riendas del vino tinto
o las maldades rebuscadas
entre aquel martirio de ilusiones
ante la purpura arrogancia
y entre ramas del destino
terminar en aquel valle
aquel valle de tabaco putrefacto
fallecer frente a esta ambrosía,
frente a llanuras inventadas,
inventadas por un niño,
un niño bipolar sofocado de heroína
terminar aquí
en las alas de esta bella mariposa trastornada por los versos
aquellas aromáticas líneas
descender de entre banderas
entre banderas pestilentes manchadas de lujuria
o en aquel destierro bohemio entre la falaz egolatría
culminar entre pinturas
frente a aquellas notas musicales
o en aquellos versos de color carmín
desterrar aquella vida
despedirla con aquel pueril orgasmo
morir entre seres destinados al destierro
desahogarme entre los muertos
entre aquellos bellos maniquíes adictos al arte
culminar con un respiro drogadicto
ser masticado por paredes
y morir entre su jugo,
entre un jugo con sabor a negro
en una mente virginal
terminar en estos años rotos
en aquel ramo de otoños
y entre aquellas lunas demagogas
odiando el llanto.
Fallecer aquí
frente al árbol de los sueños
en aquellos ósculos trastornados
por la danzante melodía de este maldito sax